Detrás de la política,
la economía,
del desarrollo de cualquier guerra,
de conflictos regionales, nacionalistas o chauvinistas,
de mafias, ortodoxias e invasiones de todo tipo,
del tráfico ilegal de sustancias, objetos y hasta personas,
están las armas,
sus ganancias,
su enorme y poderoso mercado.
El libre acceso a las armas en Estados Unidos ha dejado más muertes que cualquier
guerra vivida por ese país.
Más decesos que cualquier atentado terrorista
La iniciación a las armas en Estados Unidos es ideológico, mediático, lúdico, orgánico,
es identitario en la nación mas poderosa del mundo.
el ciudadano medio piensa que que para estar seguro como ser humano tiene que
estar acompañado de un arma, prótesis, extensión, malformación de su propio cuerpo.
que para ser capaz de defenderse ante cualquier otro ser humano y hasta de sí mismo,
tiene que pasar por un arma de fuego,
que para dar la apariencia de un ser fuerte frente al otro, tiene que aderezar su
existencia y sus espacios vitales con armas de fuego.
Las armas constituyen Un mercado que funciona a partir del fomento e invención de
miedos.
De la inseguridad como patología inyectada diariamente desde la cuna a los niños que
crecen acompañados de mitos acerca del empoderamiento de aquellos que poseen las
armas, frente a los que no.
De aquellos que se atreven a usarlas frente a comunidades indefensas, frente a sus
semejantes y sus diferentes , pero sobre todo frente a las cámaras y su capacidad de
convertir en héroe a todo aquel que dispara y aniquila a los demás.
Empoderamiento inmediato, pasajero y aspiracional.
Empoderamiento de una narrativa socialmente reconocida como válida para acceder
a instantes de visibilidad, de una fama miserable pero real, aunque sea en la sección
policiaca y amarillista de cada noticiero.
Lograr ser un trending topic cuesta la vida a muchos diariamente, el empoderamiento
en las pantallas de cualquier formato se sigue dando a través de los iconos más
estereotipados del poder occidental, las armas.
El personaje que dispara, somete y aniquila frente al ojo mediático de un mundo
voyerista que no sabe mirarse al desnudo.